Información: Red Bull/Marc Fontrodona
El fundador de La Iglesia Skate fallece con tan solo 36 años, pero deja un buen legado tras de sí.
Todavía recuerdo la primera vez que descolgué el teléfono para hablar con Jernest, hará unos cuatro años. Por aquel entonces, casi nadie conocía La Iglesia Skate, pero cotilleando en Facebook vi una fiesta de Halloween que se celebraba en una ‘iglesia maldita’.
“Planazo”, pensé. Por desgracia, me pillaba un poco lejos. Tanto como en Llanera(Asturias), a 900km de Barcelona. Pero la historia parecía interesante, así que tirando un poco de contactos, llegué a tener su teléfono. Llamé.
Con toda la amabilidad del mundo, Ernesto Fernández ‘Jernest’ descolgó y pasó más o menos una hora hasta que volvió a colgar después de contarme toda la historia de un spot tan peculiar.
De iglesia para dar servicio a una colonia de la industria de la pólvora en 1913(cuando se construyó) a llenar sus paredes de impactos de bala y huellas durante la Guerra Civil, cuando un francotirador se colocó en el campanario. De allí al cierre y la compra en los 60 para hacer un polígono. Tiraron toda la colonia excepto la iglesia. “Les daría yuyu o algo” comentaba Jernest.

Jernest aseguraba que ahí no se había visto nada raro, que los únicos fantasmas eran ellos y que hasta un día vino uno de los que contactó con Iker con un cura y ni corto ni perezoso le dijo: “yo no creo en estas cosas, será por eso que no veo nada”, a lo que el cura respondió “será que hicimos bien la limpieza espiritual”. “Pues será eso (y se rió)”, concluyó Ernesto.
Después de que varios proyectos fracasaran, al final en 2008 la empresa familiar de Jernest compró la iglesia con la intención de hacer unas oficinas. Y entonces llegó la maldición conocida por todos y llamada ‘crisis’. Proyecto fracasado otra vez.
Es entonces cuando junto a unos amigos de Mieres, Gijón, Oviedo, la Church Brigade, etc, deciden tirar hacia delante el convertir el espacio en un skatepark. Simplemente con la idea de “pasar el día patinando, jugando, escuchando música, haciendo parrilladas, haciendo una birra”, decía Jernest.
Le pregunté si se había planteado hacer algo con las marcas, porque era muy atractivo, y aunque reconoció que “sería lo ideal”, también admitió tener mucho trabajo y que no le iban “a comprar humo”. Así que iban tirando “extraoficialmente” con su mini, un par de planos inclinados, un funbox, un rail… y con el objetivo de hacer una rampa de 9 metros que partiera de 1,20 con extensiones y planos de wallride.
Años más tarde llegaron Okuda San Miguel y Danny León para convertir ese espacio en una obra de arte, el Kaos Temple, y dar la vuelta al mundo con las fotos y el vídeo.
Jernest lo había conseguido. De una de sus pasiones –el skate- había hecho algo muy grande a base de trabajo, esfuerzo y dedicación. Y se lo había mostrado al mundo.
Cuando hace unos días recibía la noticia de que había fallecido de un infarto, en su casa, con tan solo 36 años, costó asimilarlo. Pero su legado, sus amistades, su pasión por el skate y las motos, la Church Brigade y La Iglesia Skate (o Kaos Temple) seguirán allí, siendo patinados por un montón de gente que, seguro, le recordará con todo el aprecio del mundo.
Ernesto Fernández, tu gran obra perdurará a través de nosotros y servirá de inspiración para futuras generaciones. El mundo te echará de menos. Descansa en paz amigo DEP.
O Marisquiño
Y como este o el anterior de Danny León, reposteando una publicación desde la cuenta oficial de Instagram, hay miles de mensajes en las redes mostrando su respeto y admiración.
Descansa En Paz, Jernest!